El lago de Atitlán ha sido uno de los emblemas del patriotismo guatemalteco. Su belleza y naturaleza incomparables han sido visitadas por cientos de miles de turistas y un pujante comercio turístico se ha desarrollado. Sin embargo, el lento pero constante crecimiento de una bacteria en el lago terminó conviertiéndolo en un pantano según confirmaron el día de ayer. Este caso es el claro ejemplo de lo que Garret Hardin estudió en 1968 con el famoso artículo en la revista Science [1] hablando sobre La tragedia de los comunes.
Para ejemplificar la precariedad de la salud del lago, un informe del Ministerio de Ambiente determina que Atitlán tiene dos por ciento de oxígeno, mientras que un pantano tiene uno por ciento. Un lago sano debe tener ocho por ciento.
Margaret Dix, científica de la Universidad del Istmo que ha estudiado la cianobacteria, explicó en el programa que la cianobacteria tiene la capacidad de alimentarse del fósforo ya sea en la superficie o en la profundidad del lago y puede buscar nitrógeno, por lo que la erradicación de esa especie depende de evitar que ambos elementos lleguen al lago y eso se logra dejando de utilizar fertilizantes químicos, detergentes y demás contaminantes. (link a noticia)
¿Y cuál es la tragedia del lago?
La tragedia de los comunes es una explicación concreta de la manera en que la propiedad pública, en este caso el lago, («sin dueño») es utilizado para el beneficio de muchas personas (campesinos, pequeños empresarios, hoteleros, barqueros, pescadores, entre otros) sin que haya ninguna persona encargada directamente de velar por su cuidado, mantenimiento, preservación y regeneración.
Sin embargo, en el caso del lago sí había un responsable de este cuidado y ha fallado en cumplir su rol. El gobierno de Guatemala es el responsable del lago de Guatemala ya que en la Constitución de la República de este país el lago es considerado «dominio público» ie. propiedad del Estado de Guatemala y esta propiedad es, o debería, ser cuidada y preservada por los impuestos que los guatemaltecos pagan. Lo anterior fue establecido en la Constitución de Guatemala artículos,
Artículo 119.- Obligaciones del Estado. Son obligaciones fundamentales del Estado: c. Adoptar las medidas que sean necesarias para la conservación, desarrollo y aprovechamiento de los recursos naturales en forma eficiente;
Artículo 121.- Bienes del Estado. Son bienes del estado:
a. Los de dominio público; b. Las aguas de la zona marítima que ciñe las costas de su territorio, los lagos, ríos navegables y sus riberas, los ríos, vertientes y arroyos que sirven de límite internacional de la República, las caídas y nacimientos de agua de aprovechamiento (…)
Artículo 125.- Explotación de recursos naturales no renovables. Se declara de utilidad y necesidad públicas, la explotación técnica y racional de hidrocarburos, minerales y demás recursos naturales no renovables.
El Estado establecerá y propiciará las condiciones propias para su exploración, explotación y comercialización.
Artículo 127.- Régimen de aguas. Todas las aguas son bienes de dominio público, inalienables e imprescriptibles. Su aprovechamiento, uso y goce, se otorgan en la forma establecida por la ley, de acuerdo con el interés social. Una ley específica regulará esta materia.
Artículo 128.- Aprovechamiento de aguas, lagos y ríos. El aprovechamiento de las aguas de los lagos y de los ríos, para fines agrícolas, agropecuarios, turísticos o de cualquier otra naturaleza, que contribuya al desarrollo de la economía nacional, está al servicios de la comunidad y no de persona particular alguna, pero los usuarios están obligados a reforestar las riberas y los cauces correspondientes, así como a facilitar las vías de acceso.
¿y esto es culpa de los ricos o de los pobres?
Todos los individuos están motivados por el interés personal de cuidar sus propiedades y maximizar de manera racional los usos que del mismo pueden hacer. Así, los hoteleros que viven del lago han dicho que desde que construyeron sus negocios fue considerada la protección del lago como indispensable y ellos ya cuentan con plantas de tratamiento. Así que no son todos los «ricos» y empresarios que lucran del lago los culpables de esto. Quizás si lo sean algunos dueños de chalets que no tienen plantas de tratamiento.
Sin embargo, los pueblos y aldeas pobres que rodean el lago nunca han tenido la capacidad económica de construir plantas de tratamiento, carecen de la educación para saber las consecuencias de los desechos que por décadas han depositado en el lago y, más importante aún, nunca han tenido los incentivos de preocuparse por el «nahual» del lago pues estaban confiados en que «el gobierno u alguien más debía hacerlo por ellos».
Así, esta tragedia es responsabilidad de los habitantes que viven alrededor del lago y han esperado, sin escuchar eco, que alguien cuidara y limpiara los desechos que producen. Como corolario, los gobiernos que han estado ocupados en gastarse el dinero en pan y circo también deberían ser responsabilizados.
Pero importa más una solución que la búsqueda de culpables
La propiedad privada de los bienes es uno de los pilares fundamentales del capitalismo y es el único poder jurídico que habría evitado que el lago de Atitlán fuera contaminado por extraños hasta convertirlo en un pantano fétido y descolorido. Sin duda, la privatización del lago de Atitlán, y los demás lagos de Guatemala, es la única opción para evitar que esta contaminación se vuelva un caso recurrente. La otra opción, ie. mantener los lagos como recursos limitados compartidos de «dominio público» funcionará, sí y sólo si, el gobierno de Guatemala incurre en gastos que un país tan pobre como Guatemala no podría nunca costear.
Sin embargo, algunos ya no tardan en sugerir una tercera vía, cobrar impuestos de uso de los lagos. El cobrar impuestos discriminatorios sobre un grupo específico es un arma muy peligrosa y bastante subjetiva que tiene como único resultado el empobrecimiento generalizado de todos los guatemaltecos.
Si queremos seguir visitando un lago hermoso en el territorio guatemalteco debemos empezar por ser objetivos. El primer paso es detener por completo la contaminación del lago por todas aquellas personas que no tienen acceso a plantas de tratamiento y exigir la acción inmediata del gobierno de Guatemala con el fin de asegurar la salud de los habitantes que rodean el lago. Luego, permitir la acción privada de quienes se ven afectados directamente por la contaminación y han visto un descenso de sus ingresos (hoteleros, pesqueros, etc.). Ya con esto, podemos empezar a pensar en vender derechos de uso y explotación del lago a quienes podrían estar interesados en enriquecerse con su explotación y cuidado.
La privatización es la única solución para cuidar y maximizar el uso de los escasoz recursos naturales del planeta. Si no se privatizan, lo mejor será acostumbrarnos a escuchar noticias cada 5 ó 10 años de cómo un lago más se transforma en un pantano.
¿Qué haremos al respecto?
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