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Como se lo diría a René


Imagen tomada de: http://bit.ly/sOwRhn

Imagen tomada de: http://bit.ly/sOwRhn

Uno enciende la radio y se topa con una extensa muestra de la visión del mundo de cantantes, compositores, radioescuchas y locutores. Abundan canciones cuya letra es una frase que se repite, se repite, se repite. Otras, sólo tienen buen ritmo y otras tantas pasan por ruido de fondo hasta que uno se da cuenta que se le quedaron pegadas todo el día. Dentro de toda esa biodiversidad puede que uno encuentre algunas piezas que no por comerciales carecen de sentido. En ese panorama me he topado con algunas canciones de Calle 13 y después de escucharlas he llegado a tener discusiones bizantinas en las que he defendido, pocas veces con éxito, a René Pérez, vocalista del grupo. En tres discos he visto un cambio en sus letras, desde las rimas ingeniosas para que salgas del clóset, pasando por la rabia contra los reguetoneros, hasta llegar a su último disco, con protesta social y todo. Yo sé que él es socialista, supongo que no está de acuerdo con el libre mercado y que está lejos de apoyar el capitalismo, pero creo que es un tipo listo, con potencial, a quien quizás sólo le falta cuestionar un poco más, leer a otros autores, discutir sin estar a la defensiva.

Lo que pienso de su música es que si después de oír la letra de la Perla: “La policía que se tira sin pena rompiendo mi casa pa’ cobrar la quincena/ Aquí nació mi mai, hasta mi bisabuela…éste es mi barrio, yo soy libre como Mandela / Cuidao’ con la vieja escuela, que no te coja, que te va meter con chancletas y palos de escoba…/ Así que no te me pongas majadero, porque yo vengo con apetito de obrero…/ A comerme a cualquiera que venga a robarme lo mío…/ Yo soy el Napoleón del caserío.” Algún joven se pregunta por qué “libre como Mandela”, quién fue Napoleón y por qué ambos son importantes en la historia del mundo, esa canción habrá hecho más de lo que hacen algunos maestros de escuela que solo le enseñan a los niños fórmulas de conocimiento prefabricado.

René anda por ahí pidiendo educación pública gratuita y apoyando a movimientos estudiantiles y entonces me desilusiona un poco y me dan ganas de pedirle que reconsidere algunos puntos fundamentales: sí, la educación es importante, pero también es importante quién paga por ella. No podemos pedirle al gobierno que nos dé educación y después pretender que no se meta en el tipo de educación que nos da. No existe el amor sin interés, ningún gobierno da nada de gratis, las escuelas públicas no son centros para que los individuos se eduquen, de ahí sale tanto niño indoctrinado que no se cuestiona qué está mal en la raíz, quiénes son los villanos que le roban oportunidades, quiénes se aprovechan de su vida. Si ha habido luchas para separar a la iglesia del Estado, para que la gente tenga libertad de culto, ¿por qué no luchamos para separar la educación del Estado, para que la gente tenga libertad de pensamiento? Sí, la educación es importante, pero ello no implica que la educación sea una cuestión académica, algo que solo se obtiene en un salón de clases, no todas las personas necesitan salir de la universidad para ser exitosos y felices. Sin embargo, todas las personas exitosas saben que la felicidad solo se obtiene por esfuerzo propio, con una lucha constante y ganas de ser mejor, de estar mejor. Yo no tengo todas las respuestas, no podría decir que los estudiantes necesitan tal o cual materia para ser exitosos. Lo que sé es que las personas necesitan ser libres, elegir qué les conviene más y ser responsables de buscarlo. Cada individuo necesita saber que su derecho llega hasta donde empieza el derecho del otro, que el gobierno debe velar por el respeto a esos derechos, y que la constitución sirve para cuidar a los ciudadanos del gobierno.

¿Por qué me dan ganas de discutir con René? Porque dentro del ruido que puede haber en sus letras, encuentro cosas como esta: “No puedes comprar mi vida./ Mi tierra no se vende. / Trabajo en bruto pero con orgullo,/ Aquí se comparte, lo mío es tuyo. / Este pueblo no se ahoga con marullos, /Y si se derrumba yo lo reconstruyo.”  En la que encuentro a un hombre orgulloso de su trabajo, de su fuerza, alguien generoso, que puede lidiar con sus contradicciones y ser esa voz que escuchan millones de personas y que puede llevarlos a preguntarse qué fundamento filosófico sirve de base para afirmar que “No puedes comprar mi vida”.

La panacea de la dictadura


6927_292420110631_2841317_nAyer fui a un seminario donde alguien dijo que una dictadura es lo que se necesita para establecer un sistema capitalista en el país. Eso me llevó a preguntarme por qué creemos que un dictador haría ese trabajo en lugar de pensar en que necesitamos una revolución moral, una revolución de ideas. Traía esta pregunta en mente y lo comenté con mi vecina de escritorio, así que Lucy Rodríguez me dejó leer sus reflexiones sobre el tema, y me dejó compartir acá “La panacea de la dictadura” :

Recuerdo cuando estaba en el colegio, sin importar el malestar que sintiera la panacea siempre era la misma: vaya a pedir un té de pericón. La queja podía ser me duele la cabeza, tengo cólicos, me duele la espalda o el estómago, la recomendación no cambiaba: tómese un té de pericón. Aunque al principio me frustraba, luego fui más comprensiva, no podía esperar que maestras de colegio me dieran una solución que sólo alguien con conocimiento médico podía darme.
Hoy experimento una frustración similar en las aulas de ciencia política, sin importar el problema guatemalteco que estemos analizando, la panacea siempre es la misma: ¡dictadura, dictadura! La discusión puede tratarse de corrupción, el problema del crimen organizado, la debilidad en la estructura estatal, la falta de alcance, inestabilidad, desorden, ingobernabilidad, todos parecen tener la misma receta: dictadura.
Me he dado cuenta que es una respuesta apresurada y superficial que no toma en cuenta muchos factores. Uno de ellos es el hecho que Guatemala no cuenta con una maquinaria estatal lo suficientemente eficiente como para que las acciones de este mesiánico dictador se lleven a cabo. Por muy brillante, amante de la patria y sabio que sea el dictador, si no cuenta con un personal competente dentro de su gobierno, difícilmente puede llevar a cabo su milagroso plan para mejorar Guatemala. Sin la estructura necesario, en vez de tener un dictador a la cabeza, se tiene a un autoritario con delirio de grandeza que da órdenes que se marchitan en el camino.
Aún más peligroso fuera si nuestro país contara con tal estructura, tendríamos una figura en el poder con pocos límites, sin ser sujeto de rendición de cuentas a quien nadie podría controlar. Sin importar lo intachable que fuera esta persona, en palabras de Lord Acton “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. No existirían mecanismos para enderezar a este dictador si se perdiera en el camino.
Lo más triste es que la panacea sólo mantiene vigente la tendencia a endosarle los problemas a alguien más. -¿Quién arregla esto? – ¡Zafo! Que lo arregle el dictador, este país está tan enredado que yo no puedo desatar este nudo. Una dictadura no hace más que reforzar la tradición paternalista, pues no ubica la responsabilidad de sacar al país adelante en la sociedad sino en un personaje al que se le ve con capacidades extraordinarias.
En adición un dictador no respeta los derechos de la población, no tiene por qué hacerlo. No es la población quien lo elige, no representa a la ciudadanía, no hay motivo alguno por el que deba respetar a la sociedad que gobierna. Su misión es reestablecer el orden y sus medios pasan por encima de los derechos de los habitantes del país. Antes de recetar un dictador sería bueno preguntar a los alemanes, a los norcoreanos, a los ugandeses, sin ir tan lejos, a los cubanos o a los venezolanos, como les supo la medicina.

Lo que existe en el mundo es resultado del trabajo de alguien


Imagen tomada de: http://bit.ly/Yum29T

Imagen tomada de: http://bit.ly/Yum29T

We were excited about getting jobs; we hardly went anywhere without filling out an application. But once we were hired – as furniture sanders – we could not believe this was really what people did all day. Everything we had thought of as The World was actually the result of someone’s job. Each line on the sidewalk, each saltine. Everyone had a rotting carpet and a door to pay for. Aghast, we quit. There had to be a more dignified way to live. We needed time to consider ourselves, to come up with a theory about who we were and set it to music.”  (Something That Needs Nothing, es parte de la colección de cuentos que Miranda July publicó con el título de No one belongs here more than you)

El cuento habla de dos jovencitas que se escapan de sus casas y se van a vivir juntas. Saben que tienen que conseguir dinero, así que deciden buscar trabajo. Una de ellas va por la calle y, de pronto, es sacudida por un pensamiento: todo lo que concebía como El Mundo era, de hecho, el resultado del trabajo de alguien. La historia sigue y la autora relata las formas poco ortodoxas en que las chicas se ganan la vida, su separación, su reencuentro; explora ámbitos de la existencia humana que yo no voy a abordar, porque quiero centrarme en ese instante en que una persona sale a la calle y es consciente de que la ciudad a su alrededor existe porque fue construida por alguien. Olvidarnos del proceso que lleva construir las cosas y dar por sentado su existencia, puede llevarnos a pensar que debemos “redistribuir” la riqueza porque “existe” o que “tenemos” libertad y no es necesario ganarla o defenderla.

Es común que las quejas sobre la pobreza en el mundo estén relacionadas con el capitalismo, mucha gente piensa que hay pobres en el mundo debido a que hay ricos, que el capitalismo produce pobres; es decir, que los “ricos” se quedan con los bienes y despojan a los otros de ellos. Sin embargo, como explica Ayn Rand en El manantial, “Nada nos es dado en la Tierra. Todo lo que necesitamos debe ser producido. Y aquí el ser humano afronta su alternativa básica, la de que puede sobrevivir en sólo una de dos formas: por el trabajo autónomo de su propia mente, o como un parásito alimentado por las mentes de los demás. El creador es original. El parásito es dependiente. El creador enfrenta la naturaleza a solas. El parásito enfrenta la naturaleza a través de un intermediario.” Cuando una sociedad sienta sus bases en la libertad individual, los individuos serán responsables de construir el mundo a su alrededor. Cooperarán entre ellos, dividirán las labores, ofrecerán bienes y servicios a cambio de bienes y servicios. Comprenderán que depende de ellos lograr la vida que desean, no porque su fin sea eliminar la pobreza de todos, sino porque quieren vivir mejor para ellos mismos. Si tenemos una sociedad de individuos que todavía esperan que el señor feudal, el rey o el estado construyan y le provean, si pensamos que existe una cantidad limitada de riqueza en el mundo y que no se puede producir más, si pensamos que podemos vivir mejor a costa del esfuerzo de otros, entonces tendremos un mundo de pobreza y canibalismo, donde el hombre es el enemigo del hombre.

Tan simple como duplicar el modelo


Imagen tomada de: http://bit.ly/OKXs4l

Imagen tomada de: http://bit.ly/OKXs4l

Entré a la Universidad de San Carlos de Guatemala en 1998. Acababa de cumplir  18 años y era una más de esos especímenes preadultos que pululaban por el campus. Estaba lista para llevar esa vida política que suponía iba a encontrar en cada rincón de la USAC, quería discutir ideas y defender mi ideología, quería la revolución y cambiar el mundo. La oportunidad de experimentar la vida política llegó, aunque no como yo esperaba. Ese primer año de Letras estaba constituido por algo así como 10 alumnos, en Bibliotecología había como 4 personas y Filosofía sólo había por la noche, el resto de alumnos de primer año de Humanidades era un grupo de unos 70 estudiantes de Pedagogía. El decano de ese tiempo era pedagogo y había empezado a cerrar jornadas de Letras, Filosofía y Bibliotecología por falta de alumnos y, a cambio, había empezado a abrir jornadas de Pedagogía, había en la mañana, en la tarde, en la noche, sábados, domingos y sólo le faltó poner alguna en días festivos. Se acercaba el fin de su periodo como decano y esperábamos el día de elecciones para votar por alguien más, cambiar de decano y así eliminar la corrupción que veíamos todos los días, para que nuestra facultad fuera lo que fue alguna vez, para que fuera un mejor lugar.

Llegó el día de las elecciones y aún teníamos la esperanza de cambiar de autoridades, si lográbamos que se unieran los de Bibliotecología, Filosofía, Letras y algunos de Pedagogía, porque la democracia era la mejor solución, la alternativa civilizada para resolver el conflicto. Esa mañana empezamos a ver que llegaban buses llenos de gente. Cientos de personas inundaron los pasillos de la facultad. Con horror nos enteramos de que eran alumnos de las extensiones departamentales de la facultad. Todos habían sido llevados para votar en la capital, como era su deber y derecho. Además del viaje, les darían comida, viáticos y un paseo por algún centro comercial de la ciudad. La victoria del decano fue aplastante, su reelección fue inminente, y así fue como aprendí en micro lo que pasa en mi país en macro y que la democracia no es más que la dictadura de la mayoría.

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Quise compartir este artículo de Cristina López, para reflexionar sobre sus ideas respecto al libre mercado, capitalismo y los políticos que son lobos vestidos de piel de oveja.

The Imprenta

Ha sido una pésima semana para el libre mercado, que está saliendo mal parado por las… inexactitudes que se han vertido en diferentes “debates”. Debate entre comillas, porque no debería llamarse debate a monólogos donde los debatientes sacan argumentos tangenciales para descalificar al oponente y no a su posición. El objetivo de este artículo es la defensa del libre mercado. La ANEP no representa, ni defiende el libre mercado: es una asociación de intereses, y lógicamente, los defiende. ¿O acaso diríamos que las asociaciones de transportistas defienden la libertad de circulación y no sus intereses?

El alcalde de Nuevo Cuscatlán, Nayib Bukele, se refirió al capitalismo como “la ley de la jungla” en su reciente aparición en televisión. Describió un panorama en el que tigres hambrientos (refiriéndose a dueños de centros comerciales o cadenas de restaurantes) hacían su agosto con venados, palabra que usó para referirse a emprendedores que…

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