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¿De qué te ríes?


Hay un capítulo de Los Simpson donde Bart le vende su alma al diablo, al principio todo va bien pero luego empieza a preocuparse y le pide ayuda a Lisa. Ella quiere comprobar si Bart realmente perdió su alma, así que hace que ambos vean algo gracioso, ella ríe y él no. Lisa le dice a Bart que la risa es el lenguaje del alma y éste le contesta que conoce el trabajo de Neruda, que se deje de cosas y lo ayude. Al final Bart recupera su alma y termina el programa. Sin ánimo de entrar en discusiones teológicas sobre la naturaleza del alma, pero con el acuerdo de que representa la esencia del ser, me interesa explorar cómo la risa habla de nosotros y nuestros valores.

Una mañana estaba en clase y le dije a mis alumnos que les iba a poner un video para ilustrar el tema del que estaba hablando, cuando hago ese tipo de ejercicios suelo dejar que ellos me muestren un video que les guste, ya sea para despertarlos un poco o para recuperar su atención. El video que ellos pidieron ese día fue el de un niño indio bailando:

Se rieron de buena gana. Cuando el video terminó les pregunté por qué les gustaba, qué les hacía gracia. El siguiente video que les puse fue éste:

Al final les pedí que comparáramos ambas historias. En términos generales, cuentan cómo dos niños sienten el impulso de bailar. En el primero hay una burla, un niño gordo que baila. En el segundo hay una niña enérgica que hace bailar incluso a sus osos de peluche, y aún cuando la acción es básicamente la misma, ambas formas de ver el mundo son diametralmente opuestas.

Reírnos de algo implica que aligeramos en cierto grado situaciones o ideas. De hecho, solemos reírnos de las religiones, razas, ciertas tragedias, de problemas, de los políticos, los borrachos, los infieles, los enfermos y nosotros mismos. No creo que ello esté mal porque a veces necesitamos esa cachetada para reconsiderar si nos estamos pasando de la raya promoviendo algunas ideas de forma obsesiva e irreflexiva, pero tampoco deberíamos pasar toda la vida sin tomarnos las ideas en serio, sin tomarnos en serio al ser humano y nuestra visión del mundo. La risa es un mecanismo de defensa con el que nos protegemos de la cruda realidad, pero esos escudos pueden invalidar la necesidad que tenemos de tomar ciertas acciones para mejorar nuestra vida. No se trata sólo de burlarnos de los empleados públicos corruptos, también debemos tomar acciones al respecto. No se trata de restarle valor a las creencias de los demás, se trata de establecer diálogos para discutir las ideas. No se trata de reírnos todo el tiempo, se trata de comprender cuáles son nuestros valores y entender cuándo debemos defenderlos.